Una desgracia para un país, para una sociedad, algo impensable. Cientos de muertos, de familias destrozadas, y una sociedad con ansias de saber el porqué.
Nuestro nación no estaba preparada para una crisis de tal magnitud. No había ningún manual que dijera lo que se debía de hacer o no en un caso como este. Y no me refiero al despliegue de seguridad y de ayuda al ciudadano, sino a un manual comunicativo en condiciones. La gestión comunicativa de esta tremenda brecha desbordó al Gobierno, y no por el hecho de que se digeran verdades o mentiras, sino porque no supo que decir ni cómo decirlo.
Pero por otra parte estaban los medios de comunicación de masas, que hablaban y hablaban, vertiendo informaciones con la única intención de ser los primeros en dar datos nuevos, pero sin embargo la mayoría de estas informaciones no estaban contrastadas, o se basaban en fuentes carentes de prestigio informativo.
Entró en juego el llamado periodismo ciudadano del que ya hemos hablado tanto. El fenómeno blogger hizo posible que la sociedad se hiciera escuchar, que todo el que quisiera gritase en el altavoz que Internet nos brinda.
Una información que era imposible de controlar. La crisis comunicativa se acrecentaba, los medios no apoyan al Gobierno, y la relación con ellos no era buena. Para colmo, cada ciudadano desde su blog lanzaba mensajes que a todos los responsables comunicativos se les escapaban de las manos.
1 comentario:
Es absurdo que hables de blogs que lanzaban mensajes y no enlaces absolutamente a ninguno. Eso se llama hablar por hablar.
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